María Eugenia Hirmas Violencia entre parejas, ¿de nunca acabar?
Cada día nos horroriza un nuevo caso de violencia que se origina dentro del hogar, la mayoría de las veces por parte del hombre —que prometió amor y protección— contra la mujer —y en ocasiones también contra los hijos—, y que termina con la muerte. El último año tuvimos el triste récord de 62 casos de femicidio en Chile, más de uno por semana. Y este año ya llevamos 14 mujeres muertas por sus parejas.
¿Qué está haciendo nuestra sociedad frente a esta situación, además de publicitar y lamentar cada nuevo caso? Todo ha resultado poco.
Partimos en 1990, desde la creación del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), visibilizando el tema de la violencia intrafamiliar y desarrollando un programa para enfrentarla. Elaboramos materiales de difusión que explicaban el ciclo de la violencia y orientaban a las mujeres sobre los pasos a seguir para denunciar el maltrato. Insistimos en que “no es normal ni natural ser golpeada”, que ningún hecho o conducta por parte de un miembro de la familia justifica una agresión psíquica o física por parte de otro. Que no había que sentir culpa o vergüenza por ser una víctima de violencia, que se podía salir de una relación violenta y que había lugares donde pedir y recibir ayuda. Hicimos también una campaña en la TV. Se logró colocar el tema en la agenda pública. Simultáneamente, se colaboró con la redacción de la primera ley contra la violencia, defendida con fuerza en el Congreso. Resultó insuficiente, por lo que se trabajó en una modificación, que mejoró la situación. Se dictaron charlas, se organizaron seminarios, se capacitó al personal que estaba en contacto con las mujeres afectadas, de modo de evitar que fueran doblemente victimizadas.
Pero no bastaban las modificaciones legales, aunque éstas eran fundamentales. Se necesitaban cambios mucho más profundos, un verdadero cambio cultural.
Nos educaron repitiéndonos hasta el cansancio una serie de normas que sustentaban esta situación. Nos asignaron roles y lugares desde que nacimos: las mujeres —femeninas, hacendosas, subordinadas, obedientes— en la casa, criando a los hijos, realizando todas las labores del hogar, “como corresponde”. El marido —fuerte, dominante— en el trabajo, fuera del hogar, cumpliendo con su rol de proveedor. Y él definía si la mujer cumplía o no con sus “obligaciones”.
A esto se agregaba la concepción de que lo que sucede dentro de una casa es privado, por lo que nadie tiene por qué meterse, lo que amparaba muchas situaciones inaceptables. Además, se repetían dichos como “quien te quiere, te aporrea”, “la letra con sangre entra”, etc.
Esta mirada ha ido cambiando, pero aún falta mucho.
La violencia cruza todas las clases sociales y afecta a todos los miembros de la familia. Las cifras nos impactan. En promedio, cerca del 40% de las mujeres en Chile ha sufrido algún tipo de violencia y el 70% de los niños. Los casos de violencia extrema siguen repitiéndose y muchos llegan a la muerte.
Esta situación requiere de medidas educativas, de socialización desde la niñez, de construir y formar a hombres y mujeres que sepan, desde su más tierna infancia, que ninguna forma de violencia es aceptable. Deberíamos capacitar a nuestros profesores y profesoras en este tema, puesto que la solución pasa por educar a las nuevas generaciones en el respeto por el otro, la tolerancia, la aceptación de las diferencias, encarar las situaciones de conflicto sin agresividad, desarrollar relaciones afectivas, actitudes armónicas, que lleven al diálogo, a la negociación. Debemos crear conciencia de los efectos de la violencia, sobre todo en el grupo familiar, y enseñar a prevenirla, ya que muchos de los casos que vemos son aprendidos desde el hogar. Simultáneamente, se deberían trabajar estos temas con los padres, para que los niños aprendan a vivir sin maltratos y sepan qué medidas tomar en caso de vivirlos, para así terminar con el círculo de la violencia intrafamiliar.
Es la única forma de que en el futuro vayan disminuyendo estas conductas y los casos que día a día nos impactan cada vez más.
¿Qué está haciendo nuestra sociedad frente a esta situación, además de publicitar y lamentar cada nuevo caso? Todo ha resultado poco.
Partimos en 1990, desde la creación del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), visibilizando el tema de la violencia intrafamiliar y desarrollando un programa para enfrentarla. Elaboramos materiales de difusión que explicaban el ciclo de la violencia y orientaban a las mujeres sobre los pasos a seguir para denunciar el maltrato. Insistimos en que “no es normal ni natural ser golpeada”, que ningún hecho o conducta por parte de un miembro de la familia justifica una agresión psíquica o física por parte de otro. Que no había que sentir culpa o vergüenza por ser una víctima de violencia, que se podía salir de una relación violenta y que había lugares donde pedir y recibir ayuda. Hicimos también una campaña en la TV. Se logró colocar el tema en la agenda pública. Simultáneamente, se colaboró con la redacción de la primera ley contra la violencia, defendida con fuerza en el Congreso. Resultó insuficiente, por lo que se trabajó en una modificación, que mejoró la situación. Se dictaron charlas, se organizaron seminarios, se capacitó al personal que estaba en contacto con las mujeres afectadas, de modo de evitar que fueran doblemente victimizadas.
Pero no bastaban las modificaciones legales, aunque éstas eran fundamentales. Se necesitaban cambios mucho más profundos, un verdadero cambio cultural.
Nos educaron repitiéndonos hasta el cansancio una serie de normas que sustentaban esta situación. Nos asignaron roles y lugares desde que nacimos: las mujeres —femeninas, hacendosas, subordinadas, obedientes— en la casa, criando a los hijos, realizando todas las labores del hogar, “como corresponde”. El marido —fuerte, dominante— en el trabajo, fuera del hogar, cumpliendo con su rol de proveedor. Y él definía si la mujer cumplía o no con sus “obligaciones”.
A esto se agregaba la concepción de que lo que sucede dentro de una casa es privado, por lo que nadie tiene por qué meterse, lo que amparaba muchas situaciones inaceptables. Además, se repetían dichos como “quien te quiere, te aporrea”, “la letra con sangre entra”, etc.
Esta mirada ha ido cambiando, pero aún falta mucho.
La violencia cruza todas las clases sociales y afecta a todos los miembros de la familia. Las cifras nos impactan. En promedio, cerca del 40% de las mujeres en Chile ha sufrido algún tipo de violencia y el 70% de los niños. Los casos de violencia extrema siguen repitiéndose y muchos llegan a la muerte.
Esta situación requiere de medidas educativas, de socialización desde la niñez, de construir y formar a hombres y mujeres que sepan, desde su más tierna infancia, que ninguna forma de violencia es aceptable. Deberíamos capacitar a nuestros profesores y profesoras en este tema, puesto que la solución pasa por educar a las nuevas generaciones en el respeto por el otro, la tolerancia, la aceptación de las diferencias, encarar las situaciones de conflicto sin agresividad, desarrollar relaciones afectivas, actitudes armónicas, que lleven al diálogo, a la negociación. Debemos crear conciencia de los efectos de la violencia, sobre todo en el grupo familiar, y enseñar a prevenirla, ya que muchos de los casos que vemos son aprendidos desde el hogar. Simultáneamente, se deberían trabajar estos temas con los padres, para que los niños aprendan a vivir sin maltratos y sepan qué medidas tomar en caso de vivirlos, para así terminar con el círculo de la violencia intrafamiliar.
Es la única forma de que en el futuro vayan disminuyendo estas conductas y los casos que día a día nos impactan cada vez más.
9 comentarios:
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César Gayán Díaz
01/04/2008 15:40
[ N° 1 ] Me parece un abuso y una total falta de ética y pulcritud por parte de quienes estan encargados de hacer respetar la Ley y velar por que esta se aplique de la forma más trasparente y objetiva posible("El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece" Art. 1 de La Constitución de la República de Chile). Estoy de acuerdo que lo que ha ocurrido durante el último tiempo, en el terreno de la Violencia Intrafamiliar, es sencillamente doloroso y deprimente para una Sociedad como la Nuestra. Lamentablemente, y por lo general, por culpa de algunas personas sin escrupulos, ni sentimientos propios de alguien que voluntariamente asumió un compromiso ante Dios y la Ley(de velar, proteger y respetar a su pareja); las iniciativas para erradicar estas conductas nocivas, siempre seran pocas.
El contexto social, la falta de prolijidad por parte de legisladores y magistrados, la falta de objetividad que surge a partir de la idea que la mujer es débil, ha dado pié para que estas se hayan aprovechado de las circuntancias y existan ya, mas de siete mil denuncias por abuso interpuestas por el sexo "fuerte" ?
Todo lo cuál, da para, minimamente, reflexionar. ¡Cosa que la Ministra del Sernam, Laura Albornoz, ni la Sra. María Eugenia Hirmas; mencionan en ninguna parte! Sólo interesan las cuotas logradas: "La ministra apuntó que en 2007 se registraron 7.041 arrestos nocturnos por el no pago de pensión alimenticia, tres mil más que en 2006, lo que atribuyó al correcto funcionamiento de la unidad de seguimiento de los tribunales de Familia"(Radio Cooperativa 17/03/2008) Les sugiero ingresar a blog como: http://pinkosopanda.blogspot.com/ para que conozcan algo de la realidad que, día a día, se construye con sus equivocadas medidas.
parece incapaz de hacer! Sólo se dedica a aplaudir
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miriam
15/03/2008 20:26
[ N° 2 ] Comparto la opinión de la Sra. Araya en cuanto a que esto es consecuencia de la confusión de roles.
Mi experiencia me indica que en las parejas en las cuales éstos son claramente asumidos y respetados, no hay manifestaciones de violencia.
Entre los factores externos aparece siempre la baja autoestima (tanto de agresor como del agredido), el alcohol y las drogas y los problemas derivados del stress de la vida actual.
En general, hay detrás de cada agresión, una manifestación de insatisfacción directa o indirecta.
El ejemplo en la formación también aparece en algún momento de la vida: el agredido tiende a agredir.
Creo que no es un comportamiento exclusivo de los hombres ya que conozco casos de extrema agresión sicológica ejercida por mujeres de bajísimo coeficiente de inteligencia emocional también.
Lo importante es seguir sancionando social y legalmente estos comportamientos y prevenirlos en la medida que detectemos su origen exacto en cada caso.
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Sara Araya Sotomayor
14/03/2008 12:54
[ N° 4 ] Una vez más no le dan al clavo con las propuestas de solución. EL problema radica en la pérdida de los roles de los hombres y las mujeres.
Ambos son iguales frente a Dios pero ambos tienen diferentes roles y propósitos. EL hombre debe ser el protector y cabeza del hogar, y por otro lado la mujer es la complementadora de esa unión.
No significa que la mujer al poder hacer las mismas cosas del hombre, necesariamente deba hacerlas, lo mismo viceversa. Cada uno ha perdido el sentido para lo cual fue creado y ahí radica la violencia mutua.
La mujer exige espacios que no le son natura y el hombre, ignorante, violento y cobarde, sin saber como reaccionar frente a esto, responde con violencia.
Mientras no volvamos a los valores originales de lo que la mujer es y lo que el hombre es en escencia, nunca le darán al clavo en los problemas y siempre nos veremos amenazados por movimeintos feministas destructivos que atentan contr ala femenidad y la masculidad
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nelson
13/03/2008 22:37
[ N° 5 ] CREO QUE TODO ESTA MUY BIEN Y APOYO TREMENDAMENTE A LA NO VIOLENCIA,PERO VEO QUE SOLO SE VE PARA UN PURO LADO...EL HOMBRE TIENE LA CUMPA Y LAS MUJERES SON LAS VICTIMAS..????
Pienso que muchas veces el comportamiento de la mujer hacia el hombre a veces es humillante y atmbien es una forma de agresion...hacia el hombre..
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Eric Samuelle Schmidt
13/03/2008 21:17
[ N° 6 ] La naturaleza incentiva a las especies a mantener y multiplicar los genes propios. Miles de años de evolución motivan al sexo masculino a exigir de su hembra exclusividad sexual, para evitar la posibilidad de tener que cuidar a hijos de otro padre.
En estos años la situación ha cambiado, el peligro casi no existe, debido a las alternativas anticonceptivas y los exámenes de patermidad. No obstante, el instinto animal surge cuando la hembra muestra comportamientos sexuales no exclusivos. Esto queda demostrado al ser los celos el factor común del femicidio.
Lo que debe hacerse es trabajoso, tiene que ver con reprogramar a los machos para reprimir sus instintos. Eso se hace con campañas serias e inteligentes, que vayan al meollo del asunto, basadas en teorías psicológicas.
Poco se hace en pro de la reprogramación mencionada. En lugar de persuadir al hombre para que cambie en su ser profundo, son comunes las campañas de enfrentamiento. En efecto, los mensajes que se perciben son: "Denuncie", "Enfrentese", "Libérese" e "Intervenga".
¿por qué no cambiar esos mensajes, francamente agresivos?, por otros como:
Conversa en lugar de agredir
Estar sólo no es malo
No es tu obligación mantener a hijos que no son tuyos
Si quieres estar seguro que es tu hijo, haz una prueba de ADN
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Os Ama Von Leuden
13/03/2008 17:03
[ N° 7 ] Hay hombres que sufren violencia intrafamiliar y nadie dice ni hace nada; usted no es la excepción y eso, molesta en un gobierno que dice buscar la igualdad.
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Jaime Cáceres
13/03/2008 16:57
[ N° 8 ] Srta. María Eugenia Hirmas.
¿No habrá algo incorrecto en su análisis?
Ud. parte del fundamento que es el hombre en único culpable de la violencia intrafamiliar.
¿No será una visión sesgada ideológicamente del tema?
¿Una visión solo feminista de este?
Tal vez sea necesario que gente preparada haga un análisis serio y científico sobre los tipos y orígenes de la violencia intrafamiliar.
Tal vez nos encontremos con sorpresas.
Empecemos por la violencia sobre los niños, mi experiencia de vida me indica que la mayor cantidad de agresores, son agresoras, mamas, tías, abuelas, etc.
En el caso de la violencia "sicológica" me consta que las mujeres son expertas en hacer de la vida de otros un infierno. Un infierno que no termina nunca, día tras día.
Conozco casos de hombres que dan vueltas como tontos por el barrio, con el fin de no llegar a sus casas, hasta tarde en la noche.
¿Que pasa con todas sus leyes de genero?
¿Que pasa con todos sus discursos?
No parecen funcionar.
¿Habrá algo tonto solo fundamentado en lo ideológico?
Creo que debemos buscar a todos los violentistas, para tener una idea cabal de lo que pasa.
Creo que las mujeres son más violentas que los hombres y usan diversas formas de violencia para obtener supuestos beneficios y derechos. Si admito que la violencia ejercida por los hombres es más brutal. Pero no por ello la violencia ejercida por las mujeres va a ser menos trágica y peligrosa.
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Pedro Gómez canoero68@hotmail.com
14/03/2008 14:59
[ N° 3 ] Sin duda su juicio, Sra. María Eugenia, es feminista. Quienes mayormente golpean a sus hijos, les gritan e incluso los amenazan con acusarlos con el padre cuando éste vuelva del trabajo son las mamás. Eso no es violencia? No es acaso violento utilizar los hijos para obtener sabrosas pensiones alimenticias? Para analizar este tema hay que dejar de lado el sexismo. Ya sabemos que las visiones sexistas de nada sirven, quedó demostrado en el 1° gabinete de la Sra. Presidenta.
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Maria Ximena Chacon
07/04/2008 20:44
[ N° 1 ] La violencia intrafamiliar en nuestro pais, habla de nuestro retraso cultural. LLevo un poco mas de un ano fuera de Chile. Estoy viviendo en Canada, y en este lapso de tiempo, he podido constatar las fortalezas y debilidades que tiene Chile en diversas materias. En lo que se refiere a la violencia entre parejas, es indudable que estamos en un atraso notable. Aca la legislacion es mucho mas severa y las mujeres tienen otra actitud ante ella, y por lo tanto, los hombres tambien. Ninguno osaria tratarlas mal o violentarlas.
En cambio en Chile, muchos varones se creen con ese derecho y ellas lo permiten. Como bien dice M.Eugenia Hirmas esto requiere una socializacion desde la ninez.La fuerza bruta nunca soluciona los problemas.
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