2008/12/03

Quisiera creer el la igualdad ante la Ley y la honradez de quienes imparten la Justicia, pero...

Después de haber conocido como opera el Tercer Juzgado de la Familia, el COSAM Los Castaños de La Florida, los "abogados" involucrados en las causas; soy un convencido de que situaciones como las que a continuación expongo, no hacen otra que confirmar que la Justicia, hoy por hoy, no se apega a Derecho.
Los Hechos

La noche del domingo 20 de julio de este año, una abogada, en compañía de personal de Carabineros, evitó que Martina y su madre viajaran a Santiago. La pequeña quedó en manos de su abuela, la jueza de familia. Gritos, forcejeos y llantos marcaron la lucha que una joven dio para evitar que carabineros le arrebatara a su pequeña en el rodoviario. Para los testigos era quizás sólo un procedimiento. Para Carolina Tapia Schampke (23) una pesadilla porque se llevaron lo que más ama: su hija. La pequeña Martina quedó en manos de su abuela paterna, la jueza de familia, Patricia Villarreal Ramis. A Carolina aún no le queda claro en virtud de qué orden le quitaron a su bebé.

Posteriormente, el pleno de la Corte de Apelaciones de Temuco decidió ayer abrir una investigación administrativa en contra de la magistrada Patricia Villarreal Ramis para determinar si en sus actuaciones incurrió en excesos o en alguna falta. El ministro Leopoldo Llanos dijo en aquella oportunidad, que la magistrada contaba con una medida de protección emanada el 2005 del Juzgado de Menores y que le entregaba la cautela de la menor. En ese tiempo la orden fue emanada de un tribunal donde la jueza Villarreal cumplía funciones de secretaria. Se informaba además, que se indagaría si existió algún vínculo de amistad que pudo haber influido para dictar la orden que le permitió a la jueza quedarse con su nieta, como también, que se debería determinar si hubo una orden del Juzgado de Familia que autorizó a un abogado del tribunal y al personal de carabineros para arrebatarle a la pequeña a su madre cuando intentaba viajar a Santiago.

Cuatro meses después,
02/12/2008
Corte de Apelaciones de Temuco retiró custodia de menor a jueza de familia
Consideró que la niña no estaba en peligro si permanecía con la madre.
La progenitora se mostró emocionada tras el veredicto.

La primera sala de la Corte de Apelaciones de Temuco otorgó la custodia de la pequeña Martina, de tres años, a su madre Carolina Tapia, de 23 años, ya que consideró que la niña no corre ningún riesgo de vulneración de sus derechos al cuidado de su progenitora. Con esta resolución, la menor vuelve a estar a cargo de su madre, luego de que el año 2005 el Tribunal de Menores de Temuco entregara la custodia a su abuela, la jueza Patricia Villarreal, quien se desempeña en el mismo tribunal.
Conclusión
Aquí no ha pasado nada. A pesar del tormento que debió vivir la madre, nadie le ha dado una explicación. Se ignora si, por lo menos, la pequeña fue asistida psicológicamente, tras ser arrebatada de los brazos de su madre por la fuerza pública; en el rodoviario. Insisto, a riesgo de ser pedante, pero estos casos me llevan a preguntarme si la Justicia es ciega y sorda. De no ser así, ¿como es posible que haya pasado tanto tiempo antes de que resolviera que la niña no corría ningún riesgo junto a su madre y que fuera incapaz de percibir que este caso no pasaba de ser, lisa y llanamente, una intriga de su poderosa abuela? Quisiera creer en la igualdad ante la ley y la honradez de quienes imparten la justicia, pero... como se han dado las cosas, es mejor que evite cualquier trance que me pueda quitar definitivamente la intención. Apostaré a que, en esta ocasión, ganan los buenos y la "Jueza de Familia" será cremada, como una medida disciplinaria ejemplificadora, por parte del Poder Judicial.

2008/12/02

Artículos: Atención, lea sólo si es hombre que golpea







Violencia doméstica
Por la Dra. Luz María Villanueva González
He postergado algún tiempo la manufactura de este artículo ya que mi intención es describir desde un punto de vista objetivo lo que sucede cuando un hombre golpea y, avalada por mis conceptos, influir en el individuo para que éste adquiera la determinación de dejar de lastimar tanto a su pareja, a su familia, como a sí mismo.
¿Has observado qué es lo que te sucede antes de golpear a tu pareja?
Un ejemplo: estabas tomando licor, drogas, conviviendo con tus amigos, viste a tu pareja muy atractiva, tuviste una discusión en tu trabajo, etc. Observa tus sentimientos antes de agredir: coraje, tristeza, impotencia… ¿Cuáles son esos pensamientos y/o estados de ánimo que empiezan a dominar tu ser? Observa en qué momento transformaste los pensamientos negativos, causados por alguna situación en tu día, y los volcaste hacia tu pareja para, de esta manera, culparla por lo sucedido. Son tres cosas a realizar: pensar qué es lo que te sucedió en el transcurso del día, qué sentiste durante este suceso(s) y qué pensaste durante y después del acontecimiento. Lo importante es ser honesto contigo mismo. Tus sentimientos son una combinación de coraje e impotencia ante situaciones que te hacen sentir pequeño y la manera de cambiarlas es creando pensamientos en los cuales culpas a tu pareja de todo lo que te acontece y, de este modo, logras sentirte poderoso e invulnerable. Cuando golpeas estás creando una imagen falsa de fuerza ante ti mismo y los demás.
Al principio, golpeas con la creencia de que así lograrás satisfacer esa imagen de fuerza, y te satisface el ver lastimada a tu pareja puesto que, como no puedes resolver los problemas de tu vida cotidiana y el sentimiento que prepondera en ti es de impotencia e inseguridad, cubres —o disfrazas— tus verdaderos sentimientos (inseguridad, impotencia, etc.) al golpear y ver a tu pareja como alguien inferior a ti.
Los pensamientos como los celos que repites dentro de ti son destructivos donde te orillan a pensar –o imaginar- circunstancias, tales como: “todos están viendo a mi pareja”, o “ella está coqueteando con todos”, etc. y, para detener esos pensamientos que sin validez tú creas, decides que lo más conveniente es controlar e intimidar a tu pareja. Porque de lo contrario tu piensas que ella te puede controlar o manipular como lo sentiste cuando eras un niño, o como lo sientes ahora —en el ámbito laboral— con tu jefe. Esos pensamientos que constantemente repites comienzan a crear un ritmo que escala gradualmente los sentimientos dentro de tu ser, lo cual va originando una sensación como si estuvieras enjaulado y en cualquier momento vas a reventar. Lo que está sucediendo en el cerebro es que el sistema límbico (que responde a las emociones) se activa y, de esta manera, incrementa la hormona testarona y otros posibles neurotransmisores que se producen un poco antes y durante del episodio de agresividad. En el instante en el que, súbitamente, te cansas de golpear a tu pareja y ves que su postura se tornó en una actitud sumisa, tus pensamientos se agotan y te das cuenta de que “no eras tan poderoso” y por ende, tomaste ventaja de alguien que no tiene la fuerza física para protegerse.
Para manejar la situación empiezas a creer que ella te provocó y, posteriormente, terminas sintiéndote culpable. Después, tratas de ganarte su perdón con promesas y posiblemente con flores y palabras bonitas. Ella trata de seguir tus instrucciones para que no la vuelvas a lastimar; pero lo que sucede es: como ella no es la causante de la situación ni mucho menos es quien provoca el enojo de su pareja, no puede hacer nada para remediar lo sucedido ya que el problema proviene de “tu pasado” y de “tus inseguridades”.
Las investigaciones muestran que es común que una persona que tiene episodios de agresividad tenga también episodios de depresión y otros de alegría. Observa cuál(es) de las experiencias que he retratado es (son) más común(es) en ti y cámbiala(s). Por lo general, el origen de tu agresividad proviene de tu experiencia que viviste en tu niñez, de tu genética, y de las creencias junto con los problemas que hayas tenido en la vida. “Te pego porque te quiero”, “Mis papás me pegaron por mi bien”; y lo que los golpes te dejaron es el sentimiento de coraje, abandono, el de no ser amado, etc. y esto origina, en la adultez, esos pensamientos de celos y comportamientos y juegos de poder y control. Ese momento falso de poder se convierte en tu propia cárcel y terminas en la cárcel.
¿Qué puedes hacer para salir de esta situación?
1. Primero, (y el más importante), necesitas el “desear” de salir de esta situación.
2. Reconocer que estás dañando tanto a la víctima (o sea, la persona que “directamente” abusas), a tu familia, como a ti mismo.
3. Tus golpes no resuelven ni tu pasado, ni tu presente y cada vez empeoran tu futuro: la cárcel.
4. Necesitas desear vivir una vida mejor —emocional-mente— y anhelar un mejor porvenir para tu entorno.
5. Necesitas reconocer que el golpear no te hace más hombre; pero Sí un cobarde.
6. Necesitas reconocer que tus celos son tus problemas; no son causados por tu pareja.
Plan de acción para salir de este ciclo vicioso: estas sugerencias, aunque parezcan irrelevantes, funcionan. Cada uno de estos ejemplos distrae al cerebro, en particular al sistema límbico, y a la producción de hormonas y otros neurotransmisores que forman parte de tu agresión. Por ejemplo, cuando sugiero masticar un chicle de canela, el cerebro se ocupa en otras funciones cerebrales como estimular las células receptoras de papilas gustativas, después se dirige y estimula las neuronas sensoriales en el tallo cerebral (núcleo gustativo) y después continua su camino cerebral a tres diferentes senderos del cerebro: el somático-sensorial y la corteza frontal (la percepción consciente de gusto), el amígdala hipotálamo (la calidad emocional de gusto) y el hipocampo (las memorias de gusto).
Como puedes darte cuenta, cada uno de estos ejercicios canalizan al cerebro para que se redirija y se redistribuya sus funciones y con esto, se incremente el uso del cerebro tranquilizando así tu estado de ánimo y por ende, disminuir el deseo de lastimar o herir a los demás.
Plan de acción
En cuanto descubras que estás pensando en celos, y te observes con ganas de agredir:
1. Sal rápido a caminar
2. Respira tranquilamente y profundo
3. Observa cómo se siente el aire, el sol acariciar tu piel y cómo tu abdomen se llena de aire al respirar lentamente
4. Repite estas palabras “Yo perdono aquellas personas que me han fallado en mi pasado. Mis manos son para acariciar, mis palabras son para dar gracias y tengo el derecho de amar y de ser amado.” Permite que estas palabras dominen tu cerebro para que en ellas encuentres la paz.
5. Ten en tu carro música que te inspire paz. Te sugiero música de Vivaldi, barroca, cánticos Tibetanos, o música religiosa.
6. Pon un objeto en tu casa (puede ser religioso, una fotografía, una pintura, etc.); lo importante es que seas tú quien lo compre y lo coloques en el lugar adecuado el cual, es más conveniente si lo colocas en el área en el que comúnmente comienzan las agresiones hacia tu pareja y/o familia. Dicho objeto funciona como el recordatorio de que no vas a agredir.
7. Mastica un chicle de canela (de preferencia, que sea de este sabor) y siempre carga con ellos para que, en el momento en el que te asalte el pensamiento de agresión hacia tu pareja, rápidamente haz uso del chicle y concéntrate en disfrutar su sabor.
8. Carga contigo —o ten a la mano— una franela suave o un rosario pequeño; o bien, una pulsera masculina que usan los tibetanos la cual está compuesta de bolitas (parecida a un rosario), y cuando salgas a caminar acaricia con las yemas de los dedos (cualquiera de estos objetos) y gírala —o acaríciala— suavemente.
9. Te recomiendo que acudas con un especialista cuya experiencia esté basada en el tratamiento o control de la agresión, o bien asistas a grupos de violencia doméstica, o busques apoyo en un amigo para que te ayude a salir de ese estado violento, un guía espiritual, un libro sobre violencia doméstica, y/o el Internet te puede dar mucha información.
Todo esto te ayudará siempre y cuando lo pongas en acción y te mantengas firme. Cuando aprendas a vivir libre de violencia tú solo te liberarás y aprenderás a amar y a recibir paz. La manera de resolver problemas no es a través de la violencia.
* Se pueden comunicar con la Doctora Luz María Villanueva González PhD, VCS Seminars (619) 434-7779 vcsseminars@yahoo.com
Pinkosopanda

Entrevista: Leonor Cantera, autora del Libro "Te pego porque te quiero. La violencia en la pareja"


Directora del Master que imparte la Universidad Autonoma de Barcelona, en el estudio e intervención sobre violencia en la pareja y la familia, Profesora del Departamento de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la UAB y Coordinadora del Consejo Científico de la revista “ICEV. Revista de Estudios de la Violencia”.
Por Joan Merino
Presidente del Instituto Catalá de Estudios de la Violencia
En su libro "Te pego porque te quiero. La violencia en la pareja", ud. afirma que los hombres no son agresores por naturaleza. ¿Cómo se aprende la violencia?
La violencia se aprende en el día a día. Vivimos en un mundo social que suele utilizar la violencia como forma de “prevenir” o de “arreglar” las diferencias, los conflictos y las crisis. Raramente se busca respuestas ante la violencia que no conlleven más violencia. Buena parte de la ideología y de la moral dominantes justifican y legitiman el aprendizaje y la reproducción de la violencia como “solución” de los más diversos problemas sociales o individuales.
¿Cuál es el enfoque docente del master Universitario para el estudio de la Violencia Doméstica, que usted dirije?

Es un enfoque interdisciplinario y multiprofesional de la violencia en la pareja y la familia con perspectiva de género.
¿Y cuál es el perfil del alumnado?
El alumnado es heterogéneo en cuanto a su procedencia disciplinaria y en cuanto a su grado de experiencia en el trabajo directo en el campo de la violencia en la familia y en la pareja. Mayoritariamente está compuesto por mujeres, pero cada curso cuenta con la presencia de algún hombre.

Violencia doméstica, violencia familiar, violencia sexual ¿en qué se diferencian?

La violencia doméstica suele referirse fundamentalmente a la violencia de género, esto es, la que recibe una mujer, por el hecho de serlo, de parte de un hombre con quien comparte o ha compartido una relación de pareja.
La violencia familiar es la que tiene lugar en este ámbito y puede darse en diversas direcciones (de padre a hijos o viceversa, entre hermanos, etc.) y de diversas formas. Por ejemplo, la violencia hacia menores o personas ancianas, puede darse activamente en forma de golpes o
empujones o pasivamente en forma de abandono o de trato negligente.
La violencia sexual es la imposición coercitiva de relaciones sexuales (coitales o no) que puede
incluir manifestaciones tan diversas como la transmisión de enfermedades, el recurso
a la fuerza, a prácticas no deseadas o dolorosas, etc. En la base de todas estas formas de violencia se encuentra siempre imposición, abuso de autoridad, dominio y control de una de las partes sobre la otra. Y las diferencias entre ellas radican principalmente en el tipo de maltrato desarrollado y en la justificación invocada.
Yakin Ertürk, relatora de la ONU sobre la violencia contra la mujer, manifiesta que la violencia contra la mujer es un fenómeno Universal que no conoce cultura, religión, ni clase social, ni país. ¿Qué piensa usted?
Lo mismo. Me hago eco de sus palabras porque es una realidad que se confirma día a día a través de estudios, noticiarios, intervenciones asistenciales, experiencias sociales, personales o laborales.
En la violencia, ¿cuanto hay de hecho cultural y cuanto de social? ¿Cómo separar lo cultural de lo social y viceversa?
Como señala Galtung, para que exista una violencia directa-visible es necesaria una base cultural y estructural que la sostenga. Cada cultura a través de la transmisión de ideas, creencias, valores y normas morales (especialmente los que remiten a la desigualdad y a la discriminación), suele proporcionar elementos de justificación de la sumisión y sujetación de una persona por otra. Con ello, contribuye al fomento y arraigo de la violencia justificada, la normalizada y la legitimada.
¿Le parece que la violencia doméstica ni se crea ni se destruye, sino que se transforma?
La violencia doméstica es creada y reproducida por factores socioculturales y se alimenta y desarrolla en el caldo de cultivo de prejuicios como el sexismo, la homofobia o el heterocentrismo. Esta violencia, por ahora, no se destruye, sino que destruye. Y ciertamente se transforma tomando tantas formas y matices como seres humanos y contextos sociales existen. Pero también pienso que, aunque quede mucho por hacer, el trabajo diario de tantas personas comprometidas con los derechos humanos y con una vida en paz y en igualdad dará sus fruto. De lo contrario, cambiaría de trabajo.
¿Qué piensa de los hijos de las mujeres que sufren a diario el maltrato físico de sus parejas?
Los hijos e hijas de quienes viven violencia son víctimas directas de la misma.
¿Y si el maltrato es psicológico?
Pueden aprender a descalificar a otra persona para hacer valer su voz. A ridiculizar, a humillar, a ofender y a machacar sutilmente a otra persona, a veces con el pretexto del amor. Y pueden tener más difícil de experimentar el respeto, el reconocimiento, la valoración y la admiración de otras personas, con las que actuar en un plano de igualdad, porque habrán aprendido que hay que tratarlas como inferiores.
En el año 2004, usted dijo en una entrevista que la Ley Integral contra la violencia de género era un gran avance. ¿Sigue pensando lo mismo?

Sí. El espíritu de la ley sigue siendo el de proteger y garantizar el bienestar de quienes
son víctimas de maltrato. La lectura, interpretación o mal uso que se haga de ella, es
otra cosa. La ley debe ser siempre el último recurso para dar solución a un problema, no el
primero.
Por último, ¿que espera lograr con esta publicación?
Creo y espero que será un punto de referencia y una aportación de la comunidad científica y profesional que invitará al análisis y a la reflexión sobre los problemas relacionados con la violencia de que venimos hablando y que ello dará sus frutos.

Psicología - Como Enmendar la Conducta de Nuestros Hijos


Durante el trancurso del mes de Julio nos enteramos con asombro, que una Madre había golpeado a su hija por no leer un libro. Lamentablemente, el castigo propinado por esta Madre, tuvo como consecuencia el posterior fallecimiento de la niña.


El sicólogo y terapeuta de la Universidad Central, Marco Antonio Campos, afirmó que "esta madre jamás pensó en las consecuencias de la paliza que le dio a su hija", refiriéndose a los reiterados golpes de pies y puños que le dio Erna Rivera Cofré a su hija Paulina Almonacid de nueve años, causándole la muerte.


"Esta madre tenía metas demasiado altas para su niña. Tenía que ser exitosa a cualquier precio, aunque sea a costo de la vida misma", agrega.

Según el experto, no es simplemente que Rivera haya perdido el control sobre sus impulsos. Esta actitud revela que es una persona que no sólo ejercía violencia sobre su hija de forma constante, también lo debe haber sufrido con otras personas.

"Si se hiciera un análisis sicológico de los antecedentes de esta mujer, sin duda su historia afectiva también debe estar marcada por la violencia intrafamiliar, el abandono y la humillación. A ella también sus padres le deben haber exigido mucho en su infancia", explica Campos.

Consejos para los padres

El sicólogo de la Universidad Central, recomienda revisar cuales son las metas, prioridades y objetivos para los hijos.

"Hay que reflexionar sobre qué tipo de personas quiero formar y los valores que le quiero entregar a mis hijos. De esto va a depender el precio que tenga para un padre que su hijo sea exitoso, ya sea en el colegio, en la universidad en el deporte o en otro tipo de desarrollo personal".

El especialista afirma que el modo de resolver los conflictos con los hijos no son los golpes ni los castigos. "A veces es mejor guardar silencio o no prestar atención que enojarse o pelear". Privar a un hijo de algo que le gusta, como salir con los amigos o navegar por Internet, es, a veces, el mejor castigo. Esto en vez de propinar una golpiza o un insulto.


"Los padres deberíamos generar estrategias de disciplina que estén basadas en el afecto que permita a los hijos equivocarse. Por eso los colegios deberían proveer a los padres de herramientas de control conductual para aprender a lidiar con estas situaciones, ya que a nadie "le enseñan a ser padre", concluye el profesional.