2008/12/02

Artículos: Atención, lea sólo si es hombre que golpea







Violencia doméstica
Por la Dra. Luz María Villanueva González
He postergado algún tiempo la manufactura de este artículo ya que mi intención es describir desde un punto de vista objetivo lo que sucede cuando un hombre golpea y, avalada por mis conceptos, influir en el individuo para que éste adquiera la determinación de dejar de lastimar tanto a su pareja, a su familia, como a sí mismo.
¿Has observado qué es lo que te sucede antes de golpear a tu pareja?
Un ejemplo: estabas tomando licor, drogas, conviviendo con tus amigos, viste a tu pareja muy atractiva, tuviste una discusión en tu trabajo, etc. Observa tus sentimientos antes de agredir: coraje, tristeza, impotencia… ¿Cuáles son esos pensamientos y/o estados de ánimo que empiezan a dominar tu ser? Observa en qué momento transformaste los pensamientos negativos, causados por alguna situación en tu día, y los volcaste hacia tu pareja para, de esta manera, culparla por lo sucedido. Son tres cosas a realizar: pensar qué es lo que te sucedió en el transcurso del día, qué sentiste durante este suceso(s) y qué pensaste durante y después del acontecimiento. Lo importante es ser honesto contigo mismo. Tus sentimientos son una combinación de coraje e impotencia ante situaciones que te hacen sentir pequeño y la manera de cambiarlas es creando pensamientos en los cuales culpas a tu pareja de todo lo que te acontece y, de este modo, logras sentirte poderoso e invulnerable. Cuando golpeas estás creando una imagen falsa de fuerza ante ti mismo y los demás.
Al principio, golpeas con la creencia de que así lograrás satisfacer esa imagen de fuerza, y te satisface el ver lastimada a tu pareja puesto que, como no puedes resolver los problemas de tu vida cotidiana y el sentimiento que prepondera en ti es de impotencia e inseguridad, cubres —o disfrazas— tus verdaderos sentimientos (inseguridad, impotencia, etc.) al golpear y ver a tu pareja como alguien inferior a ti.
Los pensamientos como los celos que repites dentro de ti son destructivos donde te orillan a pensar –o imaginar- circunstancias, tales como: “todos están viendo a mi pareja”, o “ella está coqueteando con todos”, etc. y, para detener esos pensamientos que sin validez tú creas, decides que lo más conveniente es controlar e intimidar a tu pareja. Porque de lo contrario tu piensas que ella te puede controlar o manipular como lo sentiste cuando eras un niño, o como lo sientes ahora —en el ámbito laboral— con tu jefe. Esos pensamientos que constantemente repites comienzan a crear un ritmo que escala gradualmente los sentimientos dentro de tu ser, lo cual va originando una sensación como si estuvieras enjaulado y en cualquier momento vas a reventar. Lo que está sucediendo en el cerebro es que el sistema límbico (que responde a las emociones) se activa y, de esta manera, incrementa la hormona testarona y otros posibles neurotransmisores que se producen un poco antes y durante del episodio de agresividad. En el instante en el que, súbitamente, te cansas de golpear a tu pareja y ves que su postura se tornó en una actitud sumisa, tus pensamientos se agotan y te das cuenta de que “no eras tan poderoso” y por ende, tomaste ventaja de alguien que no tiene la fuerza física para protegerse.
Para manejar la situación empiezas a creer que ella te provocó y, posteriormente, terminas sintiéndote culpable. Después, tratas de ganarte su perdón con promesas y posiblemente con flores y palabras bonitas. Ella trata de seguir tus instrucciones para que no la vuelvas a lastimar; pero lo que sucede es: como ella no es la causante de la situación ni mucho menos es quien provoca el enojo de su pareja, no puede hacer nada para remediar lo sucedido ya que el problema proviene de “tu pasado” y de “tus inseguridades”.
Las investigaciones muestran que es común que una persona que tiene episodios de agresividad tenga también episodios de depresión y otros de alegría. Observa cuál(es) de las experiencias que he retratado es (son) más común(es) en ti y cámbiala(s). Por lo general, el origen de tu agresividad proviene de tu experiencia que viviste en tu niñez, de tu genética, y de las creencias junto con los problemas que hayas tenido en la vida. “Te pego porque te quiero”, “Mis papás me pegaron por mi bien”; y lo que los golpes te dejaron es el sentimiento de coraje, abandono, el de no ser amado, etc. y esto origina, en la adultez, esos pensamientos de celos y comportamientos y juegos de poder y control. Ese momento falso de poder se convierte en tu propia cárcel y terminas en la cárcel.
¿Qué puedes hacer para salir de esta situación?
1. Primero, (y el más importante), necesitas el “desear” de salir de esta situación.
2. Reconocer que estás dañando tanto a la víctima (o sea, la persona que “directamente” abusas), a tu familia, como a ti mismo.
3. Tus golpes no resuelven ni tu pasado, ni tu presente y cada vez empeoran tu futuro: la cárcel.
4. Necesitas desear vivir una vida mejor —emocional-mente— y anhelar un mejor porvenir para tu entorno.
5. Necesitas reconocer que el golpear no te hace más hombre; pero Sí un cobarde.
6. Necesitas reconocer que tus celos son tus problemas; no son causados por tu pareja.
Plan de acción para salir de este ciclo vicioso: estas sugerencias, aunque parezcan irrelevantes, funcionan. Cada uno de estos ejemplos distrae al cerebro, en particular al sistema límbico, y a la producción de hormonas y otros neurotransmisores que forman parte de tu agresión. Por ejemplo, cuando sugiero masticar un chicle de canela, el cerebro se ocupa en otras funciones cerebrales como estimular las células receptoras de papilas gustativas, después se dirige y estimula las neuronas sensoriales en el tallo cerebral (núcleo gustativo) y después continua su camino cerebral a tres diferentes senderos del cerebro: el somático-sensorial y la corteza frontal (la percepción consciente de gusto), el amígdala hipotálamo (la calidad emocional de gusto) y el hipocampo (las memorias de gusto).
Como puedes darte cuenta, cada uno de estos ejercicios canalizan al cerebro para que se redirija y se redistribuya sus funciones y con esto, se incremente el uso del cerebro tranquilizando así tu estado de ánimo y por ende, disminuir el deseo de lastimar o herir a los demás.
Plan de acción
En cuanto descubras que estás pensando en celos, y te observes con ganas de agredir:
1. Sal rápido a caminar
2. Respira tranquilamente y profundo
3. Observa cómo se siente el aire, el sol acariciar tu piel y cómo tu abdomen se llena de aire al respirar lentamente
4. Repite estas palabras “Yo perdono aquellas personas que me han fallado en mi pasado. Mis manos son para acariciar, mis palabras son para dar gracias y tengo el derecho de amar y de ser amado.” Permite que estas palabras dominen tu cerebro para que en ellas encuentres la paz.
5. Ten en tu carro música que te inspire paz. Te sugiero música de Vivaldi, barroca, cánticos Tibetanos, o música religiosa.
6. Pon un objeto en tu casa (puede ser religioso, una fotografía, una pintura, etc.); lo importante es que seas tú quien lo compre y lo coloques en el lugar adecuado el cual, es más conveniente si lo colocas en el área en el que comúnmente comienzan las agresiones hacia tu pareja y/o familia. Dicho objeto funciona como el recordatorio de que no vas a agredir.
7. Mastica un chicle de canela (de preferencia, que sea de este sabor) y siempre carga con ellos para que, en el momento en el que te asalte el pensamiento de agresión hacia tu pareja, rápidamente haz uso del chicle y concéntrate en disfrutar su sabor.
8. Carga contigo —o ten a la mano— una franela suave o un rosario pequeño; o bien, una pulsera masculina que usan los tibetanos la cual está compuesta de bolitas (parecida a un rosario), y cuando salgas a caminar acaricia con las yemas de los dedos (cualquiera de estos objetos) y gírala —o acaríciala— suavemente.
9. Te recomiendo que acudas con un especialista cuya experiencia esté basada en el tratamiento o control de la agresión, o bien asistas a grupos de violencia doméstica, o busques apoyo en un amigo para que te ayude a salir de ese estado violento, un guía espiritual, un libro sobre violencia doméstica, y/o el Internet te puede dar mucha información.
Todo esto te ayudará siempre y cuando lo pongas en acción y te mantengas firme. Cuando aprendas a vivir libre de violencia tú solo te liberarás y aprenderás a amar y a recibir paz. La manera de resolver problemas no es a través de la violencia.
* Se pueden comunicar con la Doctora Luz María Villanueva González PhD, VCS Seminars (619) 434-7779 vcsseminars@yahoo.com
Pinkosopanda

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