A sus 50 años
decidió hacer pública su historia de vida, la que marcada por la violencia de su padrastro y la indiferencia de su madre frente a los hechos; siente el deber de compartir para que esto no le vuelva a pasar a nadie.
El fotógrafo y
comentarista de televisión, Jordi Castell, contó hace unos días en Vértigo, que
cuando niño fue víctima de maltrato infantil por parte de su padrastro. Fue el
peor maltrato físico que un niño de ocho años pueda tener, fue un abuso
constante y unos niveles de humillación y violencia, le reveló a Diana Bolocco;
conductora del programa nocturno de canal 13 TV.
“Yo
tenía ocho años y me obligaba a desnudarme, y después me azotaba con un
alargador dejándome lleno de llagas por todo el cuerpo. Los abusos no fueron
sexuales, pero sí hubo mucha violencia y mucha humillación”, señaló.
Respecto al
papel protector que debía haber asumido su madre y no ejerció dijo: “a mi mamá no la puedo juzgar, no me siento con la
autoridad de hacerlo. Con mi madre siempre tuvimos una relación que no es de
madre a hijo. No la cuestiono y jamás la culparé”.
En la ocasión, dejo
bastante claro su amor y reconocimiento por su abuelo, quien cumplió el rol de
padre y, hoy, con 90 años; sigue siendo su figura paterna.
“Él
es mi figura paterna. Después de esta entrevista me voy al campo, a un pijama
party que está organizando mi pareja en la casa de mi abuelo, con toda mi
familia. A sus años, es un referente intelectual y tengo la fortuna de tenerlo más
lúcido que tú y yo juntos. Heredé algunos de sus malos hábitos porque nos
gusta mucho el vodka”, dijo sonriendo”.
Luego agregó, “Él fue el primero en recogerme, pagó toda la vida los
colegios. Me educó y me formó. Me castigaba, me daba mesada. Él fue mi papá”.
Tras esta
confesión, días después y durante una entrevista que concedió a Revista “Cosas”;
contó cómo logró superar lo vivido y sanar sus heridas psicológicas;“Con mucha terapia y con el cariño
de mis abuelos. Ellos fueron mis padres, terminaron cumpliendo ese rol. El cariño,
también es fundamental. Mi abuelo jamás me ha levantado la voz y es un viejo árabe,
imponente y machista. ¿Tú te puedes imaginar lo que debe ser para un hombre de
90 años, árabe y provinciano, tener un nieto como yo? Yo creo que él hizo un
trabajo más elevado y elaborado que el mío”.
“Otra
de las cosas que he hecho con los años, como mecanismo de defensa, es tratar de
desdoblarme. Yo borro cosas de mi cabeza y cuando me acuerdo de cosas malas que
viví́, como que veo a otro niño. No pienso que yo las viví́. Los abusos no
fueron sexuales, pero sí hubo mucha violencia y mucha humillación. Yo no
quiero que esto le vuelva a pasar a nadie, por eso me siento con el deber de
compartirlo, porque yo ya me salvé gracias al amor que me dieron”.
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