Para que la pareja se mantenga unida, es indispensable mantener el respeto mutuo, aunque puedan surgir dificultades y diferencias.
En los comienzos de la pareja, todo es felicidad, pasión e ilusión. Se ve al otro como un ser perfecto. Pero a medida que transcurre el tiempo, los sentimientos van disminuyendo y aparece la rutina, el desencanto, el aburrimiento, los malos entendidos, las discusiones. Estas situaciones son parte natural de la convivencia, aún en las parejas más enamoradas y no son motivo de ruptura cuando la relación es saludable. Mientras se mantenga el respeto, la pareja podrá sobrellevar las diferencias y los malos momentos.

El respeto a sí mismo es tan importante como el respeto al otro. Esto significa mantener la dignidad, no permitir los abusos ni malos tratos en nombre del amor. Este respeto impide que durante los momentos de crisis, cuando uno de los miembros de la pareja muestra signos de querer abandonarla, el otro se humille para intentar mantener el vínculo. Dicha actitud sólo empeora las cosas. La forma correcta de encarar una situación semejante es mantener la dignidad. No es dejar de luchar por la relación, sino que debemos intentar mejorar las cosas o nuestra persona, para lograr que el otro se quede.
El respeto hacia el otro implica aceptar las diferencias (en cuanto a la personalidad, gustos, ideas, costumbres) sin pretender cambiar al otro, aceptando sus cualidades y defectos. También presupone interesarnos en su vida, su trabajo, su familia, sus proyectos, su estado de ánimo. El respeto incluye tratar al otro con educación, darle sus tiempos al hablar, escucharlo, interesarse, opinar, evitar ante todo los insultos o descalificaciones de cualquier tipo.

Así las cosas, el amor, la comunicación y el respeto, se constituirán en los pilares fundamentales para lograr una vida en común sana y agradable.
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