Según el
subdelegado de Gobierno en la región de Benalmádena (al sur
de España), Miguel
Briones, la víctima insertó una nota en un libro de texto de su hijo,
explicando la situación que vivía, lo que hizo "actuar
de manera ejemplar" a la profesora que la leyó. “Concertó una reunión con la mujer y después otra con el
matrimonio, lo que le permitió comprobar los hematomas y la hizo contactar con
la Policía española”.
El hombre fue
puesto a disposición judicial y quedó en libertad, aunque con la medida
cautelar de una orden de alejamiento y portando un dispositivo electrónico que
se le colocó a modo de control, con lo que, según Briones, "la medida de protección policial a la víctima se ha
garantizado".
El
subdelegado destacó "la inteligencia de la
víctima al denunciar de esta manera su situación, que ha puesto en alerta a
todo el sistema". También, el que
el sistema judicial español haya funcionado y se pudiese
"preservar la integridad de la víctima” y asegurar el alejamiento
del agresor.
La carta que
ya se viralizó, en las redes sociales, comienza con estas penosas palabras: "Mis hijos y yo, sobretodo; estamos sufriendo violencia
doméstica por parte de mi esposo. No puedo denunciarlo porque estoy todo el
tiempo con él y no me deja, por supuesto, que haga la denuncia y me esconde la
llave cuando sospecha que puedo hacerlo".
Según se ha conocido,
en base a sus propias declaraciones, la mujer llevaba 16 años de relación y 13
de matrimonio, y había llegado con su familia solo unos meses atrás a
Benalmádena; provenientes de Uruguay. También, que en ese país ya vivía este
maltrato pero que había desechado la posibilidad de pedir ayuda ya que: "En Uruguay nunca pude hacer la denuncia porque en una
sociedad machista es inútil hacerlo". Sin embargo, que en esta
ocasión, la desesperación había podido más y la había motivado a escribir la
nota denunciando las condiciones de abuso en las que vivía y enviarla en un
cuaderno de su hijo; con la esperanza de que su profesora la leyera.
La solicitud
de auxilio concluía con una desgarradora frase: "No
sé dónde dirigirme. Temo por mí y por mis hijos". Palabras plenamente
justificadas si se considera que -según su relato- , su pareja, de 52 años de
edad, la maltrataba verbal y físicamente; y había intentado estrangularla
y, amedrentarla; prendiendole fuego a la cama, que ambos compartían.
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